El pájaro negro cayo. Planeando herido y equívoco en picada.
Yo lo vi estremecerse en un acto terrible y compartido.
Se que tuvo que quebrarse los huesos para dar su ejemplo al mundo.
Las alas esparcidas tornasol como cera de velas.
Volaban únicas y sintomáticas las plumas, deslizándose como gatos por las aceras incompletas. De pronto una ternura abrupta y el déjà vu.
Por supuesto también estaban allí presentes muchas otras cosas: el árbol que muere de sed y quiere una daga para herirse. El automóvil estático y diseccionando.
La luna en su habitual estado hormonal de menguantes y trampas que obstruyen constantemente el secreto de la luz.
El pájaro negro cayo y nadie pudo ahorrarle sus desdichas.
Las plumas siguen allí rozagantes como gatos dando volteretas a ciegas.
El sol esta muy lejos y quema. Mi criatura se derrama.