Nuestro problema es la noche
dormir con el agujero abierto,
parpadear,
reinventar la herida
la habitación hermética,
roja, extranjera.
Arquear los hombros,
tus omóplatos lloran cascadas
sobre los truenos de una ciudad devastada
la calle se aferra a las cosas pequeñas:
el contorno del árbol ambiguo,
parafilias urgentes,
vuelos rasantes,
Oceanía,
viajar en el tiempo
de los almuerzos mediterráneos
escaparse entre la luz bordada
de la nevera,
tocar los pies con prisa,
atestiguar la humarada de silencio
que espera en el pasillo,
junto a esa sombra brocada
y desierta.
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