Abstente los fines de semana y los domingos vacíos
ve ágil, atento y disoluto
que no te aplaste la calle
hazlo desierto y raído
como si ya no te correspondiese el rostro
y el rostro fuese la memoria,
acecha al cazador.
No mires a la chica trepadora de tacos negros y piel cremosa
la hiedra hace entrever la juventud de sus piernas,
es mansa y dolorosamente adictiva,
parte apresurado, breve/en diagonal
hasta encontrar la salida conveniente/la avenida hambrienta y desnuda.
Advierte las esquinas con manos que te nombran con ademanes
No des el corazón en tu puño,
atesora el aliento y un rayo de adversidad,
aunque te quiebres mata al arrebato
se violento y nítido
revívelo, lame su cuello mientras florece oportuno
como una ráfaga de insectos solo visibles por las noches,
luego al volver saca las cuentas
saluda a todos tus pecados insaciables.
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