poniendo todos los acentos en reversa,
cerrando delicadamente el ventanal
sombrío y secreto,
enmarañado por una ciudad
de suaves reptiles.
Cruzo los dedos,
las uñas se aislan,
besarte los pulmones.
La devoción se escapa espumeante
y tuerce los pezones de las viudas enjauladas
transparentes, eternas e indecisas,
así lucen las persianas obstruidas
un malestar agobia a las estrellas
deambular oscilante
como un péndulo a media piel
quedarse cerca
ser sensible
hasta estallar.
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