en mi garganta, apretada
como una gran soga áspera,
esa era la pólvora de la noche
fina y cóncava
cruel, como su dicha tranquila
cuando chillan las sirenas afónicas
y el parking esta muy solo
me miras y las extremidades pesan milenios
para detallar sus fracturas arácnidas
y el vidrio granizo, esplendido carnívoro del instante
me toma por la punta y dice
que este atenta a la metamorfosis.
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